Fue como salir de un túnel del tiempo. Los otros encuentros habían sido virtuales, no cuentan. La verdad estaba ahí, sentándonos a charlar en el bar. Él estaba como un nuevo tío, casi abogado, capitalista, un poco pendejo. Yo, estudiando como la que se fue, con los ojos más perdidos, un poco más porteña y hippie. Cada tanto las miradas se cruzaban y también esas eran diferentes.
En el tiempo que nos dejamos ser, nos convertimos en casi opuestos. Siguen iguales la química, las risas y las discusiones ridículas. Querernos, nos queremos mucho. Pero sí fue claro que en algún momento no fuimos lo que somos. Fue hasta confuso imaginar por qué alguna vez nos pensé tan iguales.
Un año y medio más tarde, es raro notar que aquella separación era lo que finalmente tenía que pasar. Y saludarlo al bajarme del coche con un buen abrazo y un te quiero mucho.
5 comentarios:
Uno cree encontrar a su persona ideal cuando solo se concentra en resaltar las cosas que le gustan del otro.
La gente cambia, algunos más otros menos, es lo normal. Pero por ahí más que cambiar uno empieza a ver otro lado de esa persona que antes no le importaba o no quería ver.
Saludos!
No es sumamente liberador acompañar al pasado y no perseguirlo?.
No solo el resto cambia, nosotras también y podemos ahí ganar nuevos amigos.
mmm...yo creo que pueden cambiar miles de cosas...pero la esencia es siempre la misma...
tal vez en algún rincón, todavía siguen siendo iguales...quien te dice?
El problema es el tiempo de maduración...y contra eso,no hay nada.
Vos seguís siendo hilitos, tal vez más madura que la hilitos que dejaste atrás...él tal vez siga siendo él.
Hugo: Yo lo sentí como un despegarse y mirar de lejos.
Johi: Muy liberador, en serio
Chipi: Creo que las esencias fueron las que se seguían riendo juntas. Lo demás marcó algunas diferencias
es tan raro como la persona con la q compartiste todo pasa a ser un desconocido...
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