sábado, 27 de marzo de 2010

Lo mejor está por venir

Estar sola no me es fácil. De hecho, al principio me resultó bastante difícil. En serio, bastante.
Dos días depués de cortar con mi entonces novio (digo dos días pero no se si no fue uno... Puede que me haya autoconvencido de los dos, como si fuese necesario) empecé una aventura (así lo denominó él) con el hombre menos indicado para mí.

Es el típico dandy, con todas las respuestas y piropos ansayados, clásico galán de telenovela, más falso que billete de 200, pero una capacidad de encantamiento mayor de la que una chica como yo, con el corazón destrozado y milies de inseguridades, pudiera soportar.
Pero la excusa del corazón roto, debo admitir, sólo puede salvarme por ¿cuánto? ¿dos meses? ¿cuatro?. Ok, no. Fueron como diez. Como un siglo, casi.

Lo que en las telenovelas pedorras de la tarde jamás cuentan, es que tras el guión, se esconde el verdadero protagonista. Que cada una de sus frases fríamente calculadas, no tienen ni un pelo de sentimiento o de verdad porque, claramente pero no tanto, algunos otros las estuvieron pensando para él. Y así hasta yo soy galán.

Obviamente yo dejé de ser Romina Gaetani, Soledad Silveyra, o Julieta Díaz para darme cuenta de que no necesitaba eso. Que el genio con las frases preparadas podría servirle a alguna adolescente en potencia, pero que para mí, ya había caducado. Obviamente todas mis amigas ya lo habían notado hace tiempo, pero ese no es el punto. Me dí cuenta de que estoy lista para el verdadero príncipe, ese que (si todos los planeta de alinean y Marley no dice alguna boludez) es capáz de acertarle a la perfecta frase romántica, y es probable que esa sea 'Que linda estás hoy'. Ese cuya risa sea la que me haga reir. Uno mucho más simple y más real.

Así que salí a buscarlo. A conocer miles de equivocados, realmente no me importa. Y estoy casi segura de que hoy, encontré al primero.

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