martes, 3 de mayo de 2011

Te regalo mi buen día

Estoy cargada de una negatividad promiscua. Me sube, me vibra, activa la violencia en mí. Mezclada, revuelta, molesta. La odio, no me soporto.

¿Viste cuando dormías plácidamente y alguien te despierta con un vaso de agua helada en la cara, y pinches en los pies? ¿Viste que hasta ese momento eras feliz? Así era yo. Así hasta que me vino a interrumpir la paz. Dos veces, porque si la primera no atiendo, debe ser porque me gusta que me torturen. Y esa vocecita estirada, como de concheta arrepentida, y una calma finjida para tapar el susto, contesta a mi ¿Qué pasa?! con un ¿Dónde andaaaan? terrorífico.

Porque ni piensen que voy a gastar un hola, cuando claramente ya gasté mi paciencia.

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